Empezó estudiando cine ya que quería ser director. Poco a poco se fue dando cuenta de que le atraía más la imagen fija y de ahí que se metiera de lleno en la fotografía.
Para él el arte es una de las formas de comunicación más básicas, antiguas y necesarias. Los mensajes que lanza a través de su obra están muy ligados al tipo de proyecto en sí, ya que su fotografía es a menudo como un diario personal o una bitácora de viaje. De esta forma, casi sin quererlo, defiende su posición en el mundo, sus valores, y lo hace de una manera sutil, mostrando el mundo que le rodea a través de sus ojos, al igual que las realidades que vive sin pretensiones y sin intentar convencer a nadie.
Respecto a la técnica con la que se siente más cómodo cabe decir que su fotografía dio un giro en el momento en el que empezó a utilizar cámaras de película en vez de digitales. El ritmo al que dispara es más pausado, más sincero. El proceso es más tangible, las reacciones químicas que ocurren entre los materiales que dan lugar a la imagen final le fascinan.
Si su estilo se pudiera definir en una palabra ésta sería la honestidad. Definirse en lo personal le da vértigo y le parece algo limitante. Le gusta pensar que muchas personas son infinitas en tanto en cuanto solo son en el presente y mutan a medida que pasa el tiempo. En su caso lo personal y lo profesional están profundamente ligados, y se reflejan y alimentan mutuamente, no solo de forma bidireccional si no en toda su complejidad. Su posición, su forma de mirar el mundo y la vida son su manera de fotografiar, y lo que podría llamar su estilo. Un movimiento constante y exploratorio que va a los márgenes, a lo ambiguo, a lo que no es evidente, a lo íntimo a la vez que a lo desconocido.