Su relación con el arte empezó desde bien pequeño. Sus padres, viendo su interés en él, le compraban cajas de colores y brochas.
Como artista, el arte es un reflejo de su mundo interior: plasmar algo que se le parece le hace sentir vivo. Su proceso creativo es caótico, ruidoso y lleno de energía. Por eso cuando trabaja en una obra, le gusta siempre ponerse música.
Como espectador, ve el arte como un acto de comunicación. A veces es una cuestión más emocional: se deja sorprender por los tonos cromáticos, las pinceladas o el movimiento. Otras veces, explora arquitecturas de significados y formas más obsesivas. Elia es capaz de reconocerse en las dos cosas, tanto en lo verbal como en lo que más se acerca a la pura sensación.
En cuanto a técnica, se siente muy cómodo pintando con acrílicos: “son rápidos y permiten transmitir el movimiento de la pincelada y la improvisación del gesto”. El tiempo veloz del secado ha sido una bendición para aprender a controlar ese bucle obsesivo de los retoques.
Con un estilo que podría definirse como curioso e inquieto, cada uno de sus proyectos artísticos transmite mensajes muy diferentes. No obstante, hay un mínimo común denominador en sus retratos: el concepto de buscarse en uno mismo o en los demás. De ahí las máscaras, los maquillajes o los disfraces combinados con aspectos como las relaciones, las separaciones y la memoria.
Los protagonistas de sus retratos muy a menudo tienen algo inacabado y adolescente. Son víctimas de terribles dependencias emocionales y de repentinas euforias hormonales. Buscan darse una forma. Son personas maravillosamente inestables.
Durante mucho tiempo su búsqueda se ha centrado de manera más específica en el concepto de la masculinidad; cuestionándolo y denunciando que vivimos todavía en una sociedad que defiende una masculinidad ridícula, rancia y dañina.
En lo personal se define como un hombre que no sale a bailar sin eye-liner: un chico algo hedonista, divertido, curioso, listo y cariñoso. A veces, algo borde.
En lo profesional se considera una persona muy exigente y algo obsesiva: tanto con los demás como consigo mismo.