Juan Rivas. “No hay nada más creativo que los problemas.”
Juan Rivas (Santiago de Compostela, 1991) es graduado en ilustración y un virtuoso en arte digital. No todo el mundo sabe que cuando era pequeño quería ser travesti, a raíz de que su abuela le llevase a ver sus espectáculos en Benidorm. Artista en nuestra galería desde octubre del pasado año, hoy tenemos la oportunidad de saber más acerca de su genial proceso creativo y de todo aquello que le ha inspirado en este periodo pandémico.
Juan, ¿qué aprendiste a nivel personal e incluso profesional durante las semanas de confinamiento?
A reconciliarme con la cámara frontal del móvil.
¿Qué acciones llevaste a cabo para conseguir que aquellos días de encierro se te hicieran menos duros?
Crear compulsivamente. Crear hasta la extenuación. Ni pan, ni pasteles, ni yoga, ni ordenar los armarios, ni escribir a mi ex. Nada de eso.
Bajo tu perspectiva, ¿cómo deberíamos afrontar el colectivo artístico la difícil etapa a la que nos enfrentamos?
Ajustándonos a la situación. No hay nada más creativo que los problemas. Procurando contar aquello que se quiere contar, pero siendo consciente de la situación y sus trabas. El arte para ser actual debe de ser ajustado a su tiempo y el talento o los vientos de cola dan ventajas de por sí, pero son las limitaciones las que realmente destruyen o encumbran una obra.

Se habla mucho en estos momentos del término «reinventarse» como forma de adaptación ante lo que está por venir. ¿Crees que es necesario? ¿Has pensado en alguna estrategia determinada que te gustaría compartir?
La reinvención es radical para el progreso. Ser maleable y dúctil. La constante actualización de metas es mi mejor método de reinvención. Dejar atrás metas estúpidas y abrazar las nuevas por diferentes que puedan parecer, que no es si no descubrir la verdadera identidad de las metas personales, diferenciando, por supuesto, entre lo que tú de verdad necesitas y lo que la sociedad necesita que necesites.
¿En qué crees que cambiará nuestra sociedad cuando pase todo esto?
Wifi en las casas rurales y sillas de escritorio más cómodas en las casas. Poco más.
Dicen que no hay mal que por bien no venga. ¿Qué lectura positiva se puede extraer de esta crisis?
Me cuesta encontrar algo positivo en el hecho en sí, pero estoy seguro que traerá efectos positivos colaterales, y muchos, aunque no los tengo muy claros. Quizás de todo el ojo del huracán podríamos decir que nuestra capacidad para frivolizar es un dique infranqueable. Sobrevivió el humor y la ironía a pesar de las olas de tragedia en contra, y eso es muy positivo. En materia de derechos, y esto quizás sea cruel decirlo, Occidente en su mayoría prefirió ver contagiar a sus ciudadanos que violar sus derechos. Cosa que no fue así en países orientales empezando por China o Corea del Sur.
“El arte para ser actual debe de ser ajustado a su tiempo y el talento o los vientos de cola dan ventajas de por sí, pero son las limitaciones las que realmente destruyen o encumbran una obra.”
Juan, ¿opinas que el arte que nos rodea debería ser más transgresor de lo que aparenta?
En mi opinión es suficientemente transgresor, pero necesita de una mirada a su propio ombligo. Falta perder el respeto a las ideas propias y atacarlas sin piedad. El arte es transgresor cuando pincha el globo de las ideas. Intentamos retorcer las de otros, pero no las propias. Hay una especie de narcisismo intelectual hacia nuestras propias conclusiones del mundo y eso no sé si es muy positivo. Para transgredir hay que empezar por los principios de uno, no encariñarse de ellos, y embestirlos si es preciso. Que nuestro propio ideario no sea un freno a nuestra libertad intelectual.
Quien más quien menos tiene sus musas y sus referentes. ¿Cuáles serían los tuyos?
Tengo tantos: Tàpies, Marrero, Ingres, Fontcuberta, Ryden, Ansel Adams, Laxeiro… No podría decantarme por uno.
Si te propusieran colaborar con un artista para llevar a cabo una obra conjunta, ¿quién se te vendría a la mente y por qué?
Si tuviera que escoger uno que ya no estuviera entre nosotros sería Tàpies, sin duda. Al modo de la colaboración Basquiat-Warhol. Si no a Lita Cabellut, por su fuerza animal en la intervención de sus obras o Joan Fontcuberta por su carga teórica tan sólida.
Decía Oscar Wilde “En los almuerzos de banqueros se habla de Arte, en los de artistas, de dinero”. ¿Qué opinión te merece la situación de los artistas emergentes en nuestro país y qué crítica harías sobre el mercado del arte contemporáneo actual?
Ha habido una democratización del arte con más obras accesibles a todos los públicos. Menos elitismo, pero sin perder las grandes inversiones. A su vez, estalló esa gran burbuja del arte contemporáneo al estilo del tiburón o la calavera de Hirst vendidas por millones al ser tratadas las obras simple y llanamente como activos especulativos.
El arte emergente parece huir del relato que amparó a gran parte de los artistas del siglo XX y rendirse cada vez más a la artesanía y a la técnica, bailando entre los mundos imaginarios de lo digital y la nostalgia por la fisicidad de la obra. También percibo una mayor residualidad de la abstracción frente a una apuesta por lo figurativo. Una especie de revisión trasnochada del canon de Durero.
¿Qué obra de arte universal colgarías de la pared de tu casa y por qué?
Cualquier retrato mortuorio del Egipto ptolemaico de los siglos I y II. Son una delicia acojonantemente moderna.
¿Qué opinión tienes sobre las redes sociales? ¿tienes alguna de cabecera?
De cabecera tengo Instagram, sin duda. Soy un millenial y la generación manda. En cuanto al lugar de las redes en nuestra sociedad creo que ha ido cambiando. Instagram domina lo que antes dominó Facebook que ha ocupada el lugar de Twitter y este último, a su vez, el lugar de las páginas porno. Con esto quiero decir que no sólo se han integrado sino que han evolucionado y enraizado en nuestra sociedad. Como cómputo total, y creo que la pandemia ha reforzado esta tesis, continúan siendo una especie de mezcla entre la biblioteca de Alejandría, la barra de un bar y el exhibicionismo más primario. Quizás el único aspecto en contra sea la inmediatez del mensaje. Esa reducción al mínimo del contenido comunicativo. Acaban reduciendo todo al titular, al gif o a la imagen de lectura simple.
Con respecto al arte, se han convertido a la par en el gran escaparate y la gran fuente de inspiración. Del mismo modo que puedes hacer llegar tu obra al otro lado del mundo puedes consultar a golpe de scroll la última obra de Ryden o un Velázquez que ha subido el Museo del Prado a sus historias de Instagram.
¿Un museo que nadie se debería perder y por qué?
El Thyssen de Madrid. Es divertidísimo.
¿Y un libro que todo el mundo debería leer?
“La emboscadura” de Jünger.
“El arte emergente parece huir del relato que amparó a gran parte de los artistas del siglo XX y rendirse cada vez más a la artesanía y a la técnica.”
¿La botella medio llena o medio vacía?
Rebosando, Soy un optimista patológico.
¿Cuál sería tu consejo para aquellos artistas que empiezan?
Que tengan paciencia, que sepan todo lo que pueda sobre técnica y sintaxis artística. Sobre todo, ansia de libertad intelectual y ganas de expresar.
¿Hasta dónde te gustaría llegar artísticamente hablando?
Al punto en el que puedes hacer suficientes colaboraciones con otros artistas de diferentes disciplinas para combatir esa soledad tan jodida de donde salen las obras individuales. No sé si he sido muy concreto.
¿El futuro es…?
Un lugar probablemente tan complicado como maravilloso. Con pantallas más unificadas. Costumbre de consumo cada vez más individualizado de los productos culturales. Los ordenadores personales se relegarán a los ámbitos profesionales y serán las tabletas y los smartphones quienes ocuparán su lugar en la esfera doméstica. Cada vez tendremos más acceso a la información de un modo más personalizado, a la vez que iremos cayendo en la trampa de nuestro propio algoritmo de búsquedas e intereses. No sé si eso nos monotemizará.
A su vez, los productos de consumo cultural irán siendo más condensados y simplificados dada la mayor inmediatez con la que requerimos la información. Titulares, tweets, gifs…. creo que será difícil encontrar una película de tres horas y media dentro de diez años.
En el terreno sociológico imagino que el individuo irá ganando fuerza como ente particular, o esa sensación tendremos, a la vez que irán agrupándose las entidades más altas (estados, marcos económicos…) para formar estructuras más unificadas y amplias. Una identidad grupal más condensada que encontrará una contrapartida en una identidad individual más perfilada, incluso narcisista.

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