Siempre ha querido entrar en el mundo del arte, aunque la vida le haya llevado a menudo por otros caminos. De hecho, cuando estaba en la universidad dejó la carrera que estaba realizando y se matriculó en su primer curso de ilustración.
Para él el arte lo es todo. Un trabajo, un arrebato, un acto meditativo y una diversión.
Si su estilo fuera un rasgo de personalidad, éste sería la introspección. Su obra se centra principalmente en investigar la relación que existe entre el mundo interior y el mundo exterior, en su danza continua entre causa y efecto y en su interacción: “lo que tenemos dentro está constantemente contaminado por lo que está fuera de nosotros. Y viceversa”. Cuando esta interacción sucede nos transformamos en consecuencia, evolucionamos, de una manera u otra.
Bajo su perspectiva lo que vemos no es la verdadera esencia de las cosas. Es una superficie que contiene historias, emociones y colores de un mundo que, sin embargo, no es visible a nuestros ojos. El cuerpo humano no se convierte en el fin sino en un medio para explorar lo que cada persona esconde tras él, lo que oculta a sus ojos, como si fuera un mapa.
De todas las técnicas que utiliza su favorita es la pintura al óleo. En su opinión, nada es comparable con la suavidad, la dulzura y la sinuosidad que le proporciona. El factor tiempo también influye; ya que el periodo de secado es más largo, y el óleo le da la oportunidad de actuar instintivamente con la posibilidad de volver a trabajar sobre él posteriormente.
Nicolò Canova se define como divertido y perspicaz. Nunca se detiene a primera vista. Algunos aspectos de su personalidad también se reflejan en su parte profesional, como el ser introspectivo, metódico e instintivo. Con un deseo continuo de investigar temas y conceptos no necesariamente positivos, usando para ello la serenidad.
En el futuro le gustaría profundizar en el mundo de la impresión manual y en el de los grabados.